Los bares del libro Tranvía a la Malvarrosa
Nuestro dossier trata sobre los diferentes bares que encontramos en la novela Tranvía a la Malvarrosa y como se encuentran en la realidad y la importancia que tienen. Primero presentaremos los fragmentos del libro donde se habla de los bares, después explicaremos como se encuentran en la actualidad y, por último, la importancia que tienen los bares en nuestra sociedad.
Fragmentos de los bares en Tranvía a la Malvarrosa:
Chacalay: “Frente a Marqués de dos Aguas estaba Chacalay, un bar de madera, de tipo inglés, que tenía una pequeña pista donde bailaban con un rocafull en la mano los señoritos valencianos.”
City bar, “situado en el chaflán de la calle Játiva con pintor ribera, frente a la plaza de toros. En la planta baja por la tarde allí se reunían ganaderos, labradores y carniceros en una especie de lonja de bestias que a veces se extendía también en la acera hasta el hotel Metropol. En muchas casas de la huerta se criaban uno o dos terneros con la vaca que tenían. Cuando el propietario quería venderlos acudía al City Bar. Se ponía de acuerdo con uno de aquellos ganaderos para que fuera a ver el animal a la huerta y a pie de establo se concertaba el precio. En la fecha convenida el propietario llevaba el ganado al matadero; lo pesaban; lo sacrificaban y el huertano se iba con el dinero en la faja. Era un bar que por las tardes rebosaba de tratantes de la carne y, la primera vez que pasé por allí con las manos en los bolsillos, por encima de las cabezas de los carniceros aparecía una pizarra colgada en la puerta donde estaban escritos con tiza los nombres de unas señoritas artistas que actuaban en el piso de arriba. Aquella vez se anunciaba a Rosita Amores, Maruja Pedrés y Angelita Corbi, la de los Pechos Eléctricos”.
“Sobre el paño de la escalera un cartel con una flecha decía: Subida al salón. Cuando atravesé a la puerta del City Bar vi que conmigo también entraban dos curas con sotanas, teja y manteo. Cruzaron toda la humareda y los corros de la abigarrada clientela que llenaba la cafetería y subieron al salón después de comprobar que abajo ya no había ninguna mesa vacía. El salón era amplio; por sus ventanales se veía la plaza de toros y la estación; tenía peluches corridos y veladores de mármol orientados hacia la pared del fondo donde se elevaba una tarima con un piano y unos atriles, que en ese momento estaban desiertos.”
Bar Los Canarios: “Antes de entrar a clase me tomaba un bocadillo de atún en el bar Los Canarios de la calle Nave” […] “Desde Madrid mandaron una gallina viva certificada por correo para certificar que éramos unos cobardes y eso se comentaba en el bar Los Canarios sin demasiado interés mientras todo el mundo tomaba bocadillos de atún.”
Cafetería Monterrey: “Durante el paseo del domingo por la tarde a veces solía tomar un batido en la cafetería Monterrey, el lugar de moda entonces; me sentía un dios con el cigarrillo Pall Mall en la mano y la gabardina de canutillo mirando desde el taburete de la barra a las chicas que entraban con aquellas faldas tubulares.”
Café Kansas: “Uno de aquellos días de enero Iborra me prometió que una noche me llevará a la tertulia que Vicente Tertulia tenía en el Kansas, un café antiguo situado en la esquina de la Plaza de la Reina con la calle de la Paz. Allí este periodista combativo que escribía en el diario Jornada daba lecciones de rebeldía en el ángulo de un peluche ante un aguardiente.”
Bar Casa Pedro: “A Vicente Ventura lo vería después en algunas tertulias de teatro en Casa Pedro, la taberna literaria que estaba en la plaza del Picadero de Dos Aguas, detrás del palacio, en el húmedo callejón que iba a la plaza de las Patas.”
Cafetería Hungaria: “[…] soltaba chispas verdes el neón de la reciente cafetería Hungaria y al lado se acababa de levantar el cine Lys.”
Cafetería Barrachina: “No recuerdo si esta vez al llegar a Valencia sentí primero el incienso del Patriarca después de atravesar el frescor del zaguán donde reptaba el dragón por la pared, o fue el apestoso olor a mantequilla caliente de Barrachina, ya que los dos lugares visité el mismo día en busca de confesión con el padre España y de la compañía de aquella prostituta que quería llevarme a la lucha libre. A los dos seres encontré en su sitio. El padre España estaba en el primer confesionario entrando a la derecha y la China se hallaba sentada a la misma mesa en el altillo de la cafetería con la mandíbula apoyada en un puño” […] “Caía sobre Valencia un crepúsculo amoratado y todo el neón crepitaba en la cafetería Barrachina donde Bola primero se comió dos bocadillos de blanco y negro hechos con butifarra y longaniza.”
“Yo iba muchas tardes a la cafetería Barrachina y me enredaba frente a un yogur batido con aquella chica que hablaba del más allá sin dejar de mirarme con una dulzura muy profunda. La veía sentada a un velador esperando y mientras subía por la escalera de mármol hacia la rotonda a veces ya no sabía si yo era el hijo del fabricante de zapatos muerto en accidente que acudía a una cita con su novia o era un simple mortal que no había muerto todavía y que solo buscaba seguir hasta el final un juego excitante.”
Los Toneles: “Antes de llevarme a la cama, la China quiso que la invitara a una ración de caracoles en los Toneles. Íbamos caminando los dos por la calle Rivera y la chica, haciéndose la fina, se colgó de mi brazo como una señorita enamorada, pero al entrar en la tasca los Toneles se encontró con que en la barra estaba el luchador Blasco mordiendo una albóndiga con el diente de oro […].”
¿Cómo se encuentran estos bares en la actualidad?
El bar Chacalay era un bar inglés, muy famoso en los años cincuenta, donde iba la gente joven más o menos fina de entonces, es decir, de una clase social más elevada de Valencia; era un lugar de renombre en la ciudad. La gente iba a tomar copas y a pasar un buen rato en la pista de baile. No se especifica dónde está pero lo que sí sabemos de este bar es que ya no existe, ahora se ha convertido en una casa de modas donde venden ropa bastante cara.
El City Bar estaba situado en el chaflán de la calle Játiva con pintor Ribera, frente a la plaza de toros. Muchos compradores y vendedores visitaban el City Bar, donde por las tardes celebraban unas modestas varietés, en un ambiente sobrecargado del buen aroma de los puros habanos o el intransferible olor de los puros “caliqueños”. Actualmente, ya no figura como tal en las calles de Valencia, pero sí que existe un bar con un nombre similar, Radio City situado en la calle Santa Teresa, el cual pensamos que tal vez sea el mismo pero con otro nombre, aunque no lo podemos confirmar.
Calle Játiva a la altura de la calle Rivera, en los bajos "el City Bar".
Bar Los Canarios, el cual es nombrado en la novela sobre todo en referencia a sus bocadillos de atún. Actualmente no se encuentra rastro de este bar y tampoco de su localización.
Cafetería Monterrey era un lugar de moda entonces. Sigue figurando en Valencia, se encuentra en la calle Abadía San Martín, 2. No se tienen datos de la misma desde 2010, y se encuentra en disolución.
Café Kansas es un local muy conocido con críticas muy positivas. Es un café antiguo situado en el Barrio del Carmen en la esquina de la plaza de la Reina, número 18 con la calle Paz.
El Bar Casa Pedro, taberna típica española, se encontraba en la plaza del Picadero de Dos Aguas. Era un lugar típico donde ya en los años cincuenta conspiraban Joan Fuster y Vicent Ventura, entre otros. Actualmente, se encuentra allí el restaurante La Utielana.
La Cafetería Hungaria se encuentra en la calle Ruzafa. Era una cafetería muy prestigiosa de la cual actualmente no se conoce el rastro. En esta misma calle estaba también la Cafetería de Lauria y la Cafetería Balanzá, las cuales, se mencionan también, aunque pocas veces, durante la novela Tranvía a la Malvarrosa.
En la primera mitad del siglo pasado cuando las salas de espectáculos de Valencia giraban en torno a la Plaza de Emilio Castelar el "Paseig de Russafa" bien podía haberse denominado el pequeño Broadway valenciano, por la cantidad de cines, teatros, cafeterías etc. que habían en este pequeño tramo de calle, de ahí lo de "paseig", paseo. Fue la calle con mayor concentración en cines, teatros, cabarets y salas de fiestas de Valencia, su entrada estaba flaqueada por la cafetería Lauria y Casa Balanza y daba paso a una calle donde la noche se alargaba hasta horas intempestivas mientras el resto de la ciudad dormía.
La cafetería Barrachina tuvo mucho éxito en los años cincuenta. Fue la primera cafetería que se abrió en Valencia, en la calle San Vicente, 12. Junto a la cafetería Balanzá eran los dos sitios de referencia en la plaza. Allí se quedaba para reunirse, "pegar un moset" y salir luego al cine o al teatro. Después de esta se abrieron muchas sucursales del mismo propietario, Jesús Barrachina, el cual creó un gran imperio hostelero. Después de Barrachina se creó el Ateneo, Barranova, Bimbi, etc. Las cafeterías también eran puntos de encuentro para numerosos artistas. Actualmente, el lugar que ocupaba cafetería Barrachina es ocupada por un Pan’s and Company, lugar de comida rápida.
La tasca los Toneles es sin duda uno de los mejores bares de Valencia, sobre todo en la época de los años 80-90. De este bar son muy famosos los bocadillos de calamares. El bar se encuentra en el mismo sitio que en la época de nuestra novela, calle Rivera, al lado de la actual parada de metro de Játiva.
¿Qué significado tienen los bares en la sociedad?
Los bares están considerados como un símbolo de la cultura española, debido a la gran importancia que han supuesto para las diferentes generaciones de esta sociedad. No son únicamente un sitio donde beber o comer, sino que estos han ido evolucionando a lo largo de la historia hasta convertirse en lo que hoy conocemos como lugares de reunión de cualquier acontecimiento social.
Existen diversos tipos de bares, como pueden ser las cervecerías, los bares tradicionales, chiringuitos, pubs, etc., ya que cada uno ofrece un tipo de servicio al cliente que lo frecuenta. Aun así, todos ellos tienen en común una única función social que es la de relacionarse. Cualquier excusa es buena para reunirse con los amigos o familiares en un bar de estos tipos, ya sea para presenciar la práctica de algún deporte, charlar, celebrar acontecimientos importantes o simplemente descansar y relajarse. No se le otorga tanta importancia al por qué se reúnen sino al simple hecho de hacerlo por puro disfrute. Es por esto por lo que la mayoría de los españoles suele asociar los bares al concepto de fiesta, diversión, alegría y desconexión.
Muestra de esto es que, el restaurante más antiguo del mundo se encuentra situado en Madrid, fundado en 1725 con el nombre de “Botín”. Además, actualmente encontramos que en España hay aproximadamente un bar o cafetería por cada 132 habitantes, lo que hace una cifra total aproximada de 350.000 y, es por esto por lo que la hostelería se convierte en el motor de la economía de nuestro país. Así, España es el país con el mayor número de establecimientos hosteleros y, sus habitantes, los que más consumen.
Aunque la crisis actual ha acabado con una gran cifra de estos en los últimos años, la población española en su conjunto sigue teniendo en su auge la frecuentación de estos como vía de escape de la rutina.
Todo lo dicho anteriormente lo encontramos reflejado en la novela que estamos trabajando, ya que en ella encontramos que los bares tenían un gran peso en la vida de los personajes de la época. De hecho, podemos observar cómo a lo largo de la novela, Manuel, frecuenta continuamente bares y locales nocturnos durante su etapa de adolescencia y juventud. Es por ello por lo que el personaje va creciendo en estos lugares y, del mismo modo, se va dando cuenta de cómo es realmente la vida del adulto de la época.